Día internacional de la conservación del suelo

Hoy se celebra el día internacional de la conservación del suelo. Por lo general, muy pocos colombianos conocen la importancia de este día y su trasfondo histórico y cultural.

Esta fecha fue establecida en 1963 en memoria del conservacionista Dr. Huhg Hammond Bennett, quien fue un pionero en el campo de la conservación del suelo en su país natal, Estados Unidos. Su aporte científico y social se da en el marco de uno de los peores desastres ecológicos del siglo XX, el conocido “Dust Bowl” o Cuenca de Polvo, un episodio oscuro en la historia de este país.

El Dust Bowl se presentó, principalmente, en la zona sur de los Estados Unidos, desde Texas hasta Nebraska, como consecuencia de las malas prácticas agrícolas y la inconciencia ambiental de los campesinos de la época que desgastaron y erosionaron el suelo fértil, esto sumado a las fuertes sequías y vientos provenientes del oeste que deslizaban la superficie del suelo en forma de tormentas, tuvo como consecuencia el desplazamiento, según reportes de la época, de aproximadamente 2.5 millones de personas y la pérdida de 35 millones de hectáreas que antes estaban disponibles para la agricultura.

Fue en este contexto donde el Dr. Hammond Bennett cumplió un rol importante en la restauración y conservación de los territorios desbastados. Su principal objetivo se centró en la dirección e implementación de programas y campañas de concientización y formación de los agricultores norteamericanos para que utilizaran de forma eficiente y sostenible el suelo.

Y es que el suelo es una pieza clave para nuestro ecosistema. Su importancia radica en que es él la base nutritiva de la vida, sobre él se desarrollan los principales ciclos vitales conocidos por el hombre. Este elemento natural no solo es el soporte mecánico para el crecimiento de las plantas, sino que también es el conducto mediante el cual estas toman el agua y los nutrientes que necesitan para su desarrollo.  Así mismo, es la fuente primaria del 95% de los alimentos que se consumen en el mundo y la razón por la que hoy podemos hablar de territorios naturales tan ricos como el Amazonas.

Sin embargo, en Colombia no existe una conciencia colectiva a la hora de conservar el suelo. Aunque no sería justo negar que actualmente existen programas nacionales que buscan la sostenibilidad de este recurso como el programa Hojas Verdes, esta es una batalla que cada día se está perdiendo por tres factores principalmente: la deforestación, derivada de la ampliación de la frontera agrícola y la ganadería extensiva; el uso desequilibrado del suelo por la falta de conocimiento técnico; y un bajo control estatal, que proteja y sancione el uso inadecuado de este recurso.

Cuando se habla de deforestación, la balanza está inclinada más hacia el problema que hacia la solución. Esto debido a que la tasa de deforestación es mucho más alta que a la de reforestación, solo el año pasado, según el Ideam, cerca de 126.000 hectáreas fueron deforestadas; y porque el tiempo de crecimiento de los nuevos árboles puede llegar a ser entre 30 a 50 años para que se conviertan en bosques maduros y comiencen a tener dinámicas de crecimiento normales como las que tenían los árboles que fueron talados.

Adicionalmente, hoy en Colombia no se cumplen las condiciones para que los bosques sembrados tengan un seguimiento y mantenimiento constante que permita su conservación. Si bien, existen entidades como la Corporación Ambiental Empresarial, filial de la Cámara de Comercio de Bogotá, que de la mano con el sector privado y público ha trabajado por más de 35 años en la consolidación de programas y proyectos afines a la conservación de ecosistemas, aún falta un mayor compromiso por parte de las entidades rectoras y los actores que dependen de forma directa o indirecta del recurso natural,  para garantizar que los árboles que están siendo sembrados hoy, en 5, 10 o 20 años estos continúen en su hábitat y que en cantidad se sumen a un bosque.

Si nosotros los colombianos no tomamos conciencia de este grave problema, estamos destinados a que las próximas generaciones padezcan las consecuencias de zonas desérticas, con suelos erosionados y sin condiciones para la agricultura y la vegetación, un escenario que podría ser similar al que a travesaron los norteamericanos hace más de 80 años.

Por otra parte, el desequilibrio en el uso del suelo es otro de los factores que afectan la correcta conservación y sostenibilidad de este. En Colombia, como consecuencia de la desinformación y bajos niveles de capacitación técnica a los campesinos, las malas prácticas agrícolas son una constante que se manifiesta en el uso de agroquímicos inadecuados que destruyen los nutrientes del suelo; la implementación de sistemas convencionales como la quema de cultivos sin repique, y la baja rotación de cultivos que nitrifiquen y mejoren las condiciones de los terrenos utilizados.

Finalmente, el bajo control estatal en zonas en las que se utiliza el suelo de forma ilegal también es un factor importante que incentiva el uso inadecuado de este recurso. Un ejemplo claro de los bajos niveles de control estatal, es la comercialización ilícita de madera ilegal que se presenta en el país, madera que proviene principalmente de la Orinoquía y que es comercializada en un 70% en ciudades tan importantes como Bogotá. En este punto, las autoridades han sido reservadas a la hora de investigar y sancionar a los responsables, que muchas veces son cárteles y organizaciones ilegales estructuradas que tienen acceso directo a mercados en los que la oferta y la demanda no se encuentran reglamentadas.

Así mismo, este problema está directamente relacionado con el grado de corresponsabilidad que tiene la comunidad y el sector privado a la hora de consumir responsablemente madera legal. Si bien muchas son las personas y empresas que utilizan madera certificada en el país, aun lastimosamente, existen demandantes que consumen madera sin sellos como el FSC que demuestren que proviene de plantaciones legales. Lo anterior, sumado al bajo control estatal en la compra y venta de este producto, incentiva a los actores ilegales a deforestar amplias zonas de bosque nativo, que con el tiempo pueden sufrir el desgaste de sus suelos fértiles.

Es importante resaltar que la relación entre la deforestación y la pérdida del suelo es directamente proporcional, pero inversamente proporcional a la conservación de este. Es decir, cada vez más los colombianos nos estamos quedando sin nuestros bosques, sin ecosistemas importantes para el desarrollo medio ambiental del país, cada vez es más grande la frontera agrícola y la generalización de la ganadería extensiva como una solución a los bajos índices de producción que ya se presentan en cientos de miles de hectáreas del Amazonas, el Pacífico y la Orinoquía. De acuerdo con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, cerca del 40% del territorio colombiano presenta algún grado de degradación de sus suelos por erosión y se calcula que el 24% de las tierras del país son susceptibles a degradarse por aridez.

Sin embargo, hoy 7 de julio, día internacional de la Conservación del Suelo, mi intención es hacer un llamado a la comunidad, el sector empresarial y las entidades públicas a que es necesario mejorar nuestras prácticas de conservación natural; a que es fundamental ampliar el conocimiento técnico y científico de nuestros suelos, para que entre todos contribuyamos efectivamente a la restauración y conservación de los ecosistemas existentes;  y a que la sostenibilidad de nuestros recursos y la seguridad alimentaria sean prioridades en nuestro presente y hechos en nuestro futuro próximo.

Como el Dr. Huhg Hammond Bennett, lo mencionó en 1930 frente a los miembros del capitolio, “la sostenibilidad en la producción agropecuaria y la protección del suelo es la protección de nuestro futuro”.

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